sábado, 1 de marzo de 2014

Salir de viaje

Qué difícil es realmente “salir de viaje”! No es como cuando salís de vacaciones que sólo te preocupás por quién le da de comer al gato, quién riega las plantas y si la llave de paso de gas quedó cerrada.

Antes de empezar este viaje pasé semanas, incluso meses, en un torbellino de estrés y preocupaciones fuera de lo común. Quién se queda en mi departamento? Quién es lo suficientemente capaz de cuidar a mi gata, y de todas estas personas, quién quiere cuidarla por tiempo indefinido? Cuáles de todas mis cosas tengo que vender, cuáles tengo que tirar, y cuáles tengo que guardar? Y dónde carajo las guardo!? Cuándo renuncio a mi trabajo? Cómo me despido de la gente?.
Claramente no hay un manual para todo esto, no hay un libro donde uno pueda encontrar lo que necesita. Tantos blogs de viajeros que cuentan experiencias increíbles en volcanes, abismos submarinos o coloridas ciudades remotas, pero nadie te cuenta la verdad de la milanesa: con quién dejaste al gato? Cómo hiciste para vender un sommier manchado? Cualquier gil puede ir a escalar a 90 grados un volcán activo de 4000 mts. de altura, pero no cualquiera puede dejar a su mascota en manos de otra persona.



Y he aquí que creo haber descubierto (y lo digo con la misma modestia que Newton cuando descubrió la ley de gravedad) una de las principales trabas que impide que la gente materialice su sueño de viajar. Esta traba radica en el orden de los factores del pensamiento.  Están por un lado los impedimentos para viajar (léase contrato de alquiler, mascota, empleo, dinero, amor) y por otro las ganas de viajar. Si uno en su línea de pensamiento pone primero los impedimentos, sólo va a poder viajar cuando se encuentre en el momento de su vida en que tenga todo resuelto. Si en cambio pone primero sus ganas de viajar, los impedimentos se convierten en problemas puntuales a los cuales se le van buscando soluciones (“los problemas se solucionan, pero de a uno” dice mi vieja). Vamos a un caso práctico que ilustre la disposición de los factores en el pensamiento:

Ricardo vive con sus hijas, esposa y su suegra. Ellas hacen que su vida sea completamente miserable. Ricardo quiere matarlas a todas (niños no intenten esto en sus casas a no ser que sea absolutamente necesario).

       1)   IMPEDIMENTOS PRIMERO: Ricardo quiere pero no puede porque si las mata va preso.

     2)   OBJETIVO PRIMERO: Ricardo va a matarlas pase lo que pase, porque está cansado de que le digan “Conchita”. Puede tardar más o menos. Puede hacerlo con veneno, con el auto o con un garrote. Puede parecer un accidente o un acto de locura. Puede ser limpio o un desastre. Pero va a hacerlo.
Ricardo busca en internet los horarios de visitas de la prisión. También averigua vuelos al exterior, bigotes falsos y cursos de maquillaje.
Ricardo piensa y piensa. Ricardo necesita una escopeta, cartuchos, pala, una soga, cinta Duct, paños limpios, bolsas de nylon..

                                                       


(Beso gigante a mi suegra, ya me imagino su cara en este punto. Edith, yo no avalo este tipo de conducta).

Entonces, uno ya tiene la resolución de salir de viaje. “Me voy y vuelvo cuando se me cante el culo afinado en Re”. Y aquí es cuando empieza el auto-boicot cerebral. “Qué voy a hacer? Me voy a quedar sin plata. Me voy a enfermar. Me voy a enfermar y después me voy a quedar sin plata. Voy a volver fracasado a los dos meses, enfermo y sin plata. Tengo miedo. Acá vivo bien, acá tengo todo. Tengo familia y amigos, gente que me quiere y wi-fi. Todos van a crecer en su vida y yo no. Voy a ser un vago barbudo y todos van a ser gerentes y van comprarse cosas caras y lindas y yo voy a vivir en una caja de cartón.”


Cada quien tiene sus propias formas de vencer sus miedos. La mía es separar mi personalidad en dos. Como ya me di cuenta que no puedo vencer mis miedos porque soy muy cagón, una parte de mí tiene permitido tener todo el miedo que quiera. Si quiero quedarme todo el día llorisqueando y chupándome el dedo en un rincón de mi casa, puedo hacerlo. La otra parte es solo acción. Es una mezcla del Sargento Hartman de “Full Metal Jacket”, Khal Drogo de “Game of Thrones” y Silvester Stallone en cualquier película de Silvester Stallone. Esta parte de mí básicamente puede ir con total determinación a comprar un pasaje de avión a cualquier lado, con la otra parte de mí agarrada de la pierna, llorando y pataleando. Pero la parte de acción va y compra el pasaje.
Cuando las dos partes entran en la misma sintonía, logro la tan ansiada armonía. Pero hay cosas que sólo los guerreros pueden lograr, y hay cosas que sólo los cobardes tienen la capacidad de prever.

Y así, dejando que “El Sargento” maneje todo, logré prepararme completamente para irme de viaje. Lo que me falte, veré como lo consigo. Lo que me sobre, veré como lo descarto. Basta de tomar envión, basta de prepararme para saltar. Es como dar el primer beso de tu vida, nunca vas a estar preparado para hacerlo. Siempre va a ser en medio de un torbellino de estrés y preocupaciones (copy -paste?), y te van a temblar las rodillas. Pero si no das el primero, no podés dar el segundo, ni el tercero, ni el cuarto. Y cuando ya perdés la cuenta, das un beso como en las películas,  levantando a la mina por los aires bajo la lluvia. Porque ya dominas los labios, ya te chocaste los dientes, ya te comiste un cachetazo o una gambeta de cabeza, ya sabés cuándo mandar lengua y cuándo no, qué tan fuerte morder o a no tocarle el pelo con la mano sucia de grasa de auto (si, parece súper sexy el beso de “mecánico” pero si le tocás el pelo con la mano sucia la cagás, creeme). Bueno, en fin, básicamente perdés el miedo. Y ahí te das cuenta de que la valentía no es una cualidad innata que sólo poseen los grandes como Brad Pitt en Troya, sino un músculo que se ejercita.

Y así me despido, diciendo una boludez tan grande como que la valentía es un músculo del cuerpo humano que hay que ejercitar. Y también puedo agregar más boludeces complementarias con cierto nivel de sentido, como que la vergüenza es un tejido graso que se pierde cada vez que se ejercita el musculo de la valentía.

                                        


Ahora… cómo llegue a estar tan bien acompañado en mi viaje es otra historia que en algún otro momento voy a contar. En este momento tengo hambre y ya perdí la concentración. Hay un chino cocinando en el hostel y sólo puedo pensar en comida.

Convidá chino, no seas así.

Juanma.-
 



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